Cada mañana en África, cuando rompe el alba, las gacelas saben que deben correr más rápido de los leones si no quieren acabar devoradas bajo sus garras. Cada mañana en África, los leones saben que deben correr más que la más rápida de las gacelas si no quieren morir de hambre. Por eso, no importa que seas gacela o seas león; lo único importante es que cuando despiertes ya estés corriendo.
Extrapolando la moraleja, nos damos cuenta de que el trabajar más y mejor que nuestras/os competidoras/es, es la única arma de que disponemos para poder defendernos y, a su vez contraatacar.
Toda aquella persona que se lance por primera vez al mundo empresarial, debe saber que no se le va a permitir equivocarse impunemente y que el mercado actuará como el/la más severo/a de los/as jueces/zas, pasándole factura por cada uno de los errores que cometa.
Por eso, debemos centrarnos y hacer un trabajo riguroso y profesional, cuya consigna principal debe ser la profesionalidad, lejos del peligroso aventurismo empresarial.
Los principales requisitos que deben ser asumidos por toda persona con voluntad de emprender son:
La disposición a asumir riegos.
La expectativa de obtener un beneficio.
Crear una empresa supone poner en juego recursos naturales, humanos, económicos, etc., además de coordinar los mismos con la mayor efectividad posible, con el fin de que la empresa alcance los objetivos inicialmente planteados.
Considerando lo anterior, habría que realizarse la siguiente pregunta: ¿Cualquier persona tiene capacidad para desarrollar una actividad empresarial?
Como respuesta a esta cuestión, y teniendo en cuenta la complejidad económica actual y la rapidez en los cambios y hábitos del entorno económico, habría que decir que el ser persona empresaria exige no sólo una intuición o improvisación empresarial, sino una cada vez mayor preparación y cualificación.
No es fácil encontrar en una persona todas las cualidades necesarias para crear una empresa. Pero si se conoce el modelo ideal de la persona promotora, se pueden establecer las carencias que tiene y así aplicar las soluciones más adecuadas en cada caso. Estas soluciones pasan por la formación, el acompañamiento e incluso el apoyo personal.
Errores a evitar
A la hora de emprender se deben tener en cuenta los errores más comunes de las personas emprendedoras. Algunos de éstos son:
No informarse sobre el funcionamiento de otros negocios con la misma actividad, y especialmente, aquellos que han fracasado. Se trata de conocer los motivos de dicho fracaso para no cometer los mismos errores.
Pensar que una idea original es una empresa, sin analizar la viabilidad técnica para su fabricación ni el mercado para su comercialización.
No saber elegir a las/os socias/os o colaboradoras/es adecuadas/os.
Vender productos que la clientela no necesita o no está interesada en comprar.
No saber diferenciar los productos respecto de la competencia.
Establecer mal los precios de los productos.
No tener suficientes conocimientos del mercado.
No realizar un plan de empresa y/o de viabilidad económica y financiera.
No asesorarse en aspectos de gestión o técnicos y pensar que se es autosuficiente.
Pensar que la idea de negocio no pueda ser copiada y no innovar. No basta con tener creatividad hay que innovar.
Realizar fuertes inversiones o asumir elevados costes fijos que generen falta de liquidez.
Realizar escasas inversiones o no asumir gastos mínimos necesarios para acondicionar un local.
No disponer de suficientes recursos financieros.
Depender en gran medida de ayudas, subvenciones o financiaciones ajenas tales como préstamos bancarios o pólizas de crédito.
No reconocer los errores rápidamente para poder tomar decisiones correctoras. Por ejemplo, una mala ubicación de la empresa o reclutar personal no adecuado.