En un Centro de este tipo, los conflictos suelen aparecer antes incluso de que la convivencia se deteriore, es algo que forma parte de las relaciones humanas, para evitarlo, el objetivo debe estar basado en su tratamiento, puesto que su solución puede proporcionar importantes elementos para el cambio social y personal.
Gestión, transformación, resolución, regulación son expresiones diferentes para referirse a las formas con las que se debe intervenir, o al menos las que sería interesante que lleváramos a la práctica para afrontar las situaciones conflictivas con las que nos encontramos cotidianamente en un Centro con estas características. Sin entrar en detalle sobre cada una de ellas, lo correcto es apostar por la transformación de los conflictos. Transformar el conflicto implica ver el conflicto como una oportunidad positiva de cambio de aquellos acontecimientos en los que ocurre, y para que esa transformación sea exitosa necesita de la participación e implicación de los afectados y que sus necesidades sean atendidas.
La actitud de las personas implicadas debe ir más allá de la sensibilización y debe sentar las bases para ir generando actitudes de respeto, reconocimiento, empatía, etc., aprovechar las situaciones conflictivas que surgen como una oportunidad de entrenamiento de las habilidades necesarias para abordar una convivencia intercultural enriquecedora.
La mediación intercultural, al igual que otras mediaciones, viene tomando un protagonismo cada vez mayor entre las diferentes metodologías o instrumentos de gestión de la conflictividad en diferentes ámbitos sociales. Aunque la mediación remite constantemente al conflicto, puede haber mediación intercultural sin que haya conflicto ya que ésta centra sus esfuerzos en transformar las relaciones entre partes culturalmente diferenciadas y en facilitar el sentimiento de comunidad superando la barrera “ellos y nosotros”, además de gestionar la conflictividad.
La mediación intercultural no sólo es un instrumento para resolver conflictos, sino que su dimensión más importante es el desarrollo del potencial de cambio que las personas implicadas en estas situaciones llevan consigo.
Dotar a las personas asistentes de los recursos, condiciones, habilidades, estrategias que les faciliten afrontar mejor los conflictos cotidianos:
Crear un clima de confianza. Es importante fomentar la confianza endogrupal pero también la intergrupal. La primera permitirá a sus miembros asumir reivindicaciones y mantener posturas de fuerza frente a otros grupos, la segunda posibilitará el diálogo y el alcance de acuerdos entre grupos enfrentados.
Crear una buena comunicación. De hecho en la base de muchos conflictos no existe la incompatibilidad de intereses sino una mala comunicación, y ésta puede tener su origen en la existencia de estereotipos, la falta de información, mensajes desvirtuados, etc.
Garantizar la participación. Establecer relaciones cooperativas, puesto que además de los valores intrínsecos a la propia cooperación, está fomenta el conocimiento positivo y evita los prejuicios.
Por eso es importante aprender a observar, a comprender, investigar, analizar la complejidad de elementos que entran en juego. Si llegamos a comprender de qué está hecho el conflicto y cuál es la importancia de cada uno de los elementos que entran en juego, habremos dado un gran paso para su regulación. ¿Cómo podemos buscar soluciones a una situación que ni siquiera sabemos cual es? La estructura de los conflictos se explica desde la interacción de tres elementos: las posiciones, los intereses y las necesidades. Comprender esta complejidad de elementos nos puede ayudar a afrontar los conflictos que nos rodean y suponen un instrumento imprescindible para poder aprender de ellos.